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Los porqués: “Las cajas negras” de Jet Set

MIRANDO POR EL RETROVISOR

Por Juan Salazar

Las comisiones que históricamente han nombrado los gobiernos para investigar y posteriormente rendir «informes» sobre cualquier acontecimiento de interés colectivo en el país, especialmente tragedias, se convierten en una anestesia momentánea que al final termina en un alzheimer irreversible.

La esperanza es que ahora sea diferente con las investigaciones abiertas para determinar las causas reales del desplome del techo en la discoteca Jet Set, el martes 8 de abril del presente año, con un fatídico balance hasta ayer de 232 fallecidos.

Dos investigaciones marchan actualmente en paralelo, una a cargo de la Dirección de Persecución del Ministerio Público y la Fiscalía del Distrito Nacional, y la otra de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie), con dos equipos de ingenieros. Sobre esta última se ha informado que tardará alrededor de tres meses.

Uno quisiera creer que en el caso de Jet Set será distinto a otras tragedias también con saldos considerables de muertes, porque en esta oportunidad fallecieron también personas con arraigo social y económico. No se trató de la explosión de Polyplas en un empobrecido barrio como Villas Agrícolas o la ocurrida en San Cristóbal, sí en el Sur, donde, como cantó Joan Manuel Serrat, en esos versos inolvidables del poeta uruguayo Mario Benedetti: “El hambre disponible, recurre al fruto amargo, de lo que otros deciden, mientras el tiempo pasa, y pasan los desfiles. Y se hacen otras cosas que el norte no prohíbe, con su esperanza dura, el sur también existe”.

Ninguna tragedia en que se pierdan vidas, sin importar el lugar donde ocurra, debe quedarse sin “los porqués” y las consecuencias si se comprueba que hubo negligencia. Por eso insisto que en el caso Jet Set es importante llegar a las reales causas para que se convierta en un antes y un después en materia de prevención y mitigación de desastres.

Sé que algunos dirán de qué sirve el porqué si esto no devolverá la vida a las víctimas de la tragedia.

A quienes así piensan les recuerdo la utilidad de las cajas negras en los aviones, en realidad de color naranja para facilitar su ubicación luego de un siniestro aéreo.

Según plantea el portal en internet “World Avition”, la caja negra de un avión es un dispositivo crucial en la investigación de accidentes aéreos, ya que proporciona información vital para comprender las acciones y decisiones tomadas por la tripulación durante el vuelo, dando respuesta a muchas de las incógnitas que puedan surgir.

La caja negra se compone de dos partes principales, de ahí que con frecuencia se use el término mayormente en plural: el grabador de datos de vuelo y el grabador de voces de la cabina (FDR y CVR, respectivamente, por sus siglas en inglés).

Ambas grabadoras registran datos útiles en investigaciones posteriores, pudiendo llegar a ser concluyentes, ya que proporcionan información vital para esclarecer cómo y por qué ocurrió el infortunio. Se puede determinar si fue un error humano, una falla técnica o un acto criminal.

Las cajas negras en los aviones -diseñadas para resistir condiciones extremas, como altas temperaturas, fuertes impactos y sumersión en agua- son el resultado de la preocupación de la industria aeronáutica por la seguridad de la tripulación y los pasajeros.

Investigaciones eficaces de siniestros aéreos, apoyados en las cajas negras, permiten desarrollar protocolos que eviten tragedias similares y garanticen el más elevado nivel fiabilidad en el mundo de la aviación.

El mejor homenaje a las víctimas de la tragedia en Jet Set será propiciar una cultura en materia de prevención y mitigación de desastres.LISTÍN DIARIO

Los escombros de Jet Set son como las cajas negras de un avión, las cuales son recuperadas con sumo cuidado, conservadas y transportadas luego de manera segura para que los expertos rindan un peritaje creíble.

Parte de los escombros del derrumbe en Jet Set fueron llevados a la Feria Ganadera de la capital y otra a la provincia Santiago de los Caballeros. Y, aunque el director de Onesvie, Leonaro Reyes Madera, ha dicho que los traslados no afectan la investigación porque esos escombros están bajo custodia, vimos a periodistas realizar reportes desde el lugar adonde fueron llevados en Santiago, pero no se observó ninguna vigilancia especial allí, para evitar que sean contaminados.

Ojalá que ese manejo sin rigor de los escombros de Jet Set y tres meses para investigar la tragedia, no sean la mejor manera de apostar al olvido y a la impunidad, como ha pasado en casos similares.

Solo recuerden como estuvo en la atención social, antes de la tragedia en la emblemática discoteca, el tema de la desaparición de la turista india Sudiksha Konanki, pero ya ningún medio lo menciona.

Eso siempre ocurre en un país como el nuestro, donde en el argot periodístico hemos acuñado la frase de que “un tema mata al otro” y porque también los propios gobiernos manejan el pan y circo con la maestría del mejor titiritero.

La sociedad dominicana en este caso no merece otro olvido. Les recordaré sólo dos ejemplos de amnesia estatal, pese a comisiones nombradas para realizar “exhaustivas investigaciones”, una expresión tan manoseada que ya provoca más pesimismo que expectativas. ¿Conoce usted, amable lector, el informe de la comisión designada por el gobierno para investigar el incendio en la cárcel de La Victoria, el 18 de marzo de 2024? ¿Conoce alguien el resultado de la investigación sobre la explosión en la fábrica Vidal Plast de San Cristóbal, el 14 de agosto del 2023?

Identificar los porqués puede contribuir a sacar algo positivo de una tragedia. Les citaré tres casos del ámbito deportivo que ilustran el aporte de hechos dolorosos en el logro de cambios que han permitido salvar vidas.

Los primeros intentos por crear cascos protectores en el béisbol fueron en 1908 cuando el receptor Roger Bresnahan, miembro Salón de la Fama, fue golpeado por un lanzamiento, dando paso a la creación de una protección de piel que básicamente cubría el oído y la sien. Sin embargo, fue cuando el también receptor Mickey Cochrane recibió en 1937 un pelotazo que casi lo mata, lo que propició que los peloteros de Grandes Ligas usaran protección a la hora de batear.

El otro caso fue la reducción de las peleas de boxeo de 15 a 12 rounds, decisión adoptada principalmente por la muerte del boxeador Duk Koo Kim, en 1982, tras ser noqueado por Ray “Boom Boom” Mancini en el asalto 14. Esta tragedia llevó también al Consejo Mundial de Boxeo (CMB) a tomar medidas para reducir el riesgo de lesiones cerebrales graves en los combates.

El tercer hecho trágico, pero que conllevó posteriormente a decisiones que ahora salvan vidas, fue el accidente del piloto brasileño Ayrton Senna durante el Gran Premio de San Marino de Fórmula 1, en mayo de 1994, en Italia. Senna murió tras impactar su monoplaza en una curva cuando conducía a una velocidad de 211 kilómetros por hora. Pero el accidente fatal marcó un antes y un después en la Fórmula 1, con la implementación de mayores medidas de seguridad en los circuitos y en los coches.

Esos tres hechos son un ejemplo de que a veces del dolor y las lágrimas podemos sacar un aporte valioso y permanente.

Por eso insisto en plantear de qué serviría, como han sugerido algunos, erigir un monumento en honor a las víctimas de Jet Set solo para revivir la vorágine de dolor en cada aniversario de la tragedia. O que los medios de comunicación se encarguen de recordar el doloroso suceso cada 8 de abril o cuando ocurre un hecho nuevo con la clásica nota de recuento.

El mejor homenaje a las víctimas y sus familiares es que el derrumbe del techo en el centro de diversión se convierta en un antes y un después en materia de prevención y mitigación de desastres, con una supervisión rigurosa y efectiva.

Solo evitando que hechos así se repitan, sacaríamos algo loable de tantas muertes, dolor y lágrimas.

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